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Por los niños de Gaza

Podrás sangrar la tierra,  

arrancar los olivos por sus raíces,  

borrar los mapas,  

quemar las kufiyyas al viento.  

Podrás sellar con cemento  

las puertas de nuestras casas,  

pero nunca las llaves  

que brillan en las manos de los abuelos.  

Podrás convertir en escombros  

el nombre Palestina, 

pero no limpiarás

el aceite de oliva  

que sangra en vuestras manos,  

ni la sombra de las kufiyyas  

—blanca y negra como la justicia—  

que os perseguirá hasta el fin de los días.

Porque nuestras almas

son semillas bajo los escombros:  

no morirán.

Maria Munoz